El artículo de lectura obligatoria para los Asambleístas católicos


Por: Israel R. Loor Boloña
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Partiendo de los fundamentos de la política, uno de sus elementos y circunstancias, responden al pueblo, a la evolución y al proceso dinámico del mismo, en cuanto todos los días, se desarrollan y crean nuevas “instituciones” o bien, determinados paradigmas de referencia en las sociedades.-

No obstante, el pueblo se constituye a través de la soberanía del Estado, es éste quien le da aquella legitimación sobre los mandatarios y personeros del estado a través del gobierno. Así se configuró la Asamblea Nacional Constituyente en Montecristi en el año 2008, en la cual, si bien es cierto es muy completa y excesivamente garantista, desatiende un poco a aquellos postulados y principios que Jesucristo, a través de Su Iglesia y Doctrina Social, nos dejó encomendados.-

Un constante debate entre grupos minoritarios, dieron como origen, cabida a lo que se entiende, en meridiano entendimiento, como “la propiedad del cuerpo” o alguna “institución” parecida, en lo que esencialmente, representa la autonomía de la mujer para “decidir libre y voluntariamente” lo que ella mejor crea conveniente o necesario -enfocada sobre su vida reproductiva.-

Ya casi cinco años han pasado de la promulgación de aquella Carta Magna, y la sociedad, o mejor dicho “los titulares” de aquellos derechos, empiezan a exigir el cumplimiento de sus derechos protegidos y jerárquicamente garantizados por una norma de orden principal, a través de leyes complementarias y reglamentos para su aplicación.- 

De los derechos de las personas que se enuncian el artículo 66 de la Constitución de la Republica, nos enfocamos en el numeral 10), que de forma expresa menciona: “El derecho a tomar decisiones libres, responsables e informadas sobre su salud y vida reproductiva y a decidir cuándo y cuántas hijas e hijos tener.”


Evidentemente, siendo objetivos, todos los humanos tenemos mencionado derecho, pero no es tan objetivo, respecto del feto que está en el vientre de su madre esperando nacer. La discusión se vuelve más subjetiva, en tanto que la madre quiere interrumpir su desarrollo, mientras es el feto otro ser humano y ahí, la eventual “titularidad” de su derecho de querer nacer.-

Bajo el enfoque de la religión católica, la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), es muy clara en condenar la utilización de los anticonceptivos. Pues la DSI, no solo se enfoca en el hecho factico del aborto, sino que analiza antropológicamente y de forma profunda el comportamiento “desordenado” de los humanos. Es decir, es firme en manifestar que el rechazo que hace la Iglesia frente a los anticonceptivos, responde a una “concepción correcta e integra de la persona y la sexualidad humana”, que debe ser completa en valores y virtudes.-
La DSI no solo rechaza el aborto, sino también la esterilización, ya que ambos contemplan un “desorden moralmente grave”, y hace hincapié en lo que el Estado ecuatoriano debate -derecho vs. inmoralidad- al manifestar expresamente “lejos de ser un derecho, es más bien un triste fenómeno que contribuye gravemente a la difusión de una mentalidad contra la vida (…)”.-
Más evidente no puede ser la posición de la Santa Iglesia Católica al condenar estos actos, y por este considerando, Su Doctrina Social, incita a los legisladores, en casos de que leyes vayan contra la moral, “a ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de dichas leyes”.-

De ahí, la necesidad, que los legisladores del Estado, contemplen el valor de la vida humana y el amor infinito que tiene Dios a Sus hijos, y bajo esta perspectiva, considerar que si ya está abierta la eventualidad del aborto, sean estos, quienes promulguen leyes con algo más de los fundamentos que Dios nos pide proclamemos, para alcanzar la santidad mediante la Evangelización.-

No sin olvidar, que el principal “motor” de la sociedad, es la familia, recordando siempre, que es esta “institución”, ante los ojos de Dios, la unión entre un hombre y una mujer creados por la naturaleza para su complemento.-

Finalmente, invitar a la reflexión a los asambleístas recientemente posesionados, considerando que es deber fundamental de los cristianos, evangelizar mediante Su fe revelada a lo largo de la historia del Cristianismo, bajo la moral, ética y las virtudes promulgadas por la religión.-

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