EL CULTO A LA PERSONALIDAD QUE DESTRUYE A LA PERSONA

ERASE UNA VEZ UN PROGRE




Escrito por: Andrés Elías
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Se define por culto a la personalidad a la "Ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, y la posterior conversión del nombre de esta personalidad en un fetiche."

Una sociedad que le rinde un extraordinario culto a la personalidad de su líder, es una sociedad a la que le hacen falta instituciones. El caudillo, gracias a su espectáculo personalista convierte cada alocución suya en un show mesiánico, donde, cada aparición del mesías-caudillo en la propaganda oficial lo acerca más al mito y la aleja de la realidad. Su figura maquilla las imperfecciones de instituciones débiles y mal preparadas para gestionar un país entero.

Cuando el Presidente de alguna nación, en lugar de ser un individuo que representa una institución, se convierte en el hombre fuerte, con todo una suerte de poderes extraordinarios y totales, donde nadie puede estar por encima de él, podemos hablar de un Estado rendido ante la figura de su líder.

Cuando ya no es el pueblo organizado, ni el poder popular el protagonista de los cambios sociales, sino la figura de su presidente y la idolatría a su infalibilidad, comienza un giro dramático, donde se anula el sentido crítico de la personalidad humana.

Mientras más fuerte es la idolatría al líder/mesías/caudillo, mayor peligro hay de que se supriman las opiniones divergentes. El pueblo no debe dejarse intimidar por este tipo de mandatarios, ni resignarse al conformismo, jamás debe rendirse a utilizar sus facultades críticas para hacer su propia valorización de la situación del país y siempre debe cuestionar todo lo que le dicen sus líderes. La independencia del pensamiento es fundamental para crear un estado donde las opiniones contrarias tengan peso en el debate de determinados temas sensibles.

De acuerdo, debemos respetar a los presidentes de nuestras naciones, pero jamás venerarlos con la más rastrera actitud de adulancia palaciega. No existen los líderes infalibles, y por lo tanto, ningún líder debe ser seguido con una lealtad que anule el sentido crítico de la persona.

El pueblo debe ser el protagonista de su historia, no el líder el protagonista de la historia del pueblo, el culto a la personalidad es una desventaja y una debilidad en la construcción del proyecto de un nueva patria porque anula al hombre por el hombre, desparece el pluralismo competitivo, desaparecen los dispositivos institucionales y populares de control del poder, se elimina la democracia participativa, deliberativa y directa y se instala la infabilidad presidencial, que, como ya sabemos no admite “contreras”.

Una apología del culto a la personalidad, constituye entonces la fase superior del espíritu del sectarismo y es el peor daño que se le puede hacer a un pueblo ya que anula la capacidad de la sociedad de someter críticamente al gobernante. Un líder que se instala con su aura de mito en el sillón presidencial da el peor ejemplo a sus mandantes, ya que, como en el caso del pastor Mora (quien se considera un mesías enviado por Dios) las figuras mesiánicas pueden multiplicarse y desatar grandes divisiones en el país.

Un líder que quiere anular a todo un pueblo solo debe evitarle el esfuerzo de pensar y debe inundar a la sociedad que lidera de una cultura de permisividad excesiva, la promoción del sexo y su libre acceso a anticonceptivos y abortivos siempre ha dado resultado para adormecer la conciencia de las personas.

Además cuando el estado asume la paternalidad sobre el individuo, el medio se convierte en el fin y se desarrolla una especia de caos que anula al pueblo, un estado paternalista impide que un pueblo progrese, ya que su demagogia, le impulsa a regalarle todo a la gente, al hacerlo, le impide el esfuerzo. Un pueblo que recibe todo regalado se convierte en inútil a sí mismo.

Cuando un gobierno cree estar haciendo bien en implementar el culto a la personalidad de su líder, tal vez lo hagan con buenas intenciones, pero, en definitiva están empleando un arma para anular el criterio de las personas.

Y cuando se apoya ese culto en un estado paternalista, lo único que se logra es desarrollar una de las caras de la miseria humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos y capacidades de los que estamos dotados casi todos los seres humanos.

Un sistema correcto debe permitir que los seres humanos desarrollen su potencialidad para vivir.

Ing. Andrés Elías

@andreseliascom



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