CARTA A MI PADRE


Colaboración: Andrés Elías
Síguelo en Twitter: @andreseliascom

NOTAS PRELIMINARES:
Escribí esta carta hace alrededor de ocho meses (2012), desde aquel momento y aunque parezca increíble, he podido ver más frutos ajenos que logros en el cambio de actitud de la persona a quién va dirigida la carta. Pero, así es Dios. tiene sus formas para enseñarnos y sus caminos son misteriosos. Les dejo esta carta para que la compartan y la difundan.


Querido Papá:

A través de esta carta, le pido auxilio a la Santa Madre del Cielo que me guie en estas breves líneas y me dé el intelecto suficiente para poder transmitir en palabras lo que siento en el corazón.

Pues el asunto es sencillo, y es que he podido fijarme de su resistencia hacia la Santa Madre Iglesia, y créame me duele saber que le tiene muy poco aprecio a mi religión, y me duele porque fue ella la que me rescató del mundo en el que vivía., por eso le pido un poco de consideración hacia la rescatista de almas, ¿no merece tanta consideración como los bomberos? ellos rescatan al cuerpo, más aun ella que rescata al alma, se merece un poquito de su gratitud.

Por eso le pido una astilla de su amor, porque me ha sabido guiar, me ha sabido orientar, me ha sabido dirigir, si le es imposible quererla por los prejuicios negativos que inundan sus ideas hacia ella, quiérala por gratitud, quiérala por mí, porque en mi testimonio de vida, está escrito lo que la Iglesia puede hacer por los hombres.

Es cierto que como toda institución humana, la Iglesia tiene sus errores, se dice que el 3% de los sacerdotes están implicados en caso de pedofilia, es cierto que talvez falte una mayor ayuda social, en fin, si quisiéramos encontrarle los errores a la religión católica tendríamos para encontrarlos por montones, pero ¿no es acaso la Iglesia una extensión de los hombres?, es decir la Iglesia no viene de seres de otro planeta, de ninguna manera, la Iglesia está conformada por hombres, y los hombres somos miseria, pero su fundador es Jesús que es perfección, de esa madera está hecha la Iglesia y no es de extrañarse que a veces existan astillas podridas, pero su raíz siempre permanecerá firme porque está enraizada en la roca más dura y firme.

“Por sus frutos los conoceréis” dice el propio Jesús, no es acaso esta Iglesia pecadora, sucia y ruin -utilizando sus propios términos-, la misma Iglesia de San Francisco de Asís, de San Agustín, de San Antonio, de la Beata Teresa de Calcuta, de venerables hombres y mujeres, héroes, mártires, ejemplares personas que le dieron dignidad y le siguen dando a través de sus acciones, son aquellos los hombres y mujeres de virtudes los que siguen construyendo la Iglesia. Por eso aunque soy un pecador me he puesto en la tarea de ser el mejor hijo posible, para que desaparezca su reticencia a decir que estar dentro de la Iglesia no deja nada bueno.

Y aun si la miseria humana que conforma la Iglesia, le sigue pareciendo un elemento repelente, pues le ofrezco otra opción, no vea a la Iglesia por sus errores sino por sus aciertos, no la vea por sus hombres pecadores sino véala a través de sus hombres santos, no vea los desaciertos de la Iglesia sino sus frutos. Aprenda a darle mérito a la Iglesia por sus aciertos individuales.

Es cierto que como toda institución humana necesita sostenerse, esto la hace susceptible a pedir donativos, cobrar tasas, buscar ayuda monetaria de entre sus fieles; usted también puede ayudar aunque no sea monetariamente, ayúdenos a construir la Iglesia con un poco de su caridad, que se expresará en su silencio, en dejarla de criticar. Usted es un bautizado, en vez de reprocharle algo, ayúdeme a construirla desde adentro, a edificarla, a recomponerla, a reformarla, usted puede ser un miembro activo si así lo desea, ámela en el silencio, sobretodo, cada vez que se sienta tentado a quejarse de ella o a criticar a sus pastores, con su mutismo habrá hecho mucho.

Recuerde que la Iglesia hace tiempo que dejo de ser una institución privilegiada, ya no ocupa el poder, ya no maneja el mundo, ahora estamos ante una institución vulnerable que se logrará solidificar por medio de la santidad de sus miembros, por eso estoy aquí, porque quiero ser santo, aunque el mundo me diga que no es posible, yo sé que se puede, porque ser santo no es otra cosa que hacer las cosas ordinarias de forma extraordinaria, quiero ser nada para el mundo y todo para Dios, la santidad no es otra cosas más que amar y dejarse amar, hacer el bien sin mirar a quien y si usted maneja ya su vida según esos patrones , usted mismo ya está ejerciendo la santidad.

Aun si la Iglesia se cayera en ruinas jamás dejaría de luchar por mi santidad, lo invito a sentirse y sentarse cómodo dentro de una Iglesia, le hago la invitación a preguntarme si tiene alguna duda, a quitarse los prejuicios y a querer a la Iglesia ya sea por sus aciertos o por lo que ha hecho por mí.

La alegría de una conciencia en la que reina Dios no tiene valor.

Gracias,

Atte.

Andrés.

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