Para: observatorio Católico
No podemos mirar la luz ignorando las cadenas, escribió Platón en su alegoría de la caverna, tratando de explicar de como con el conocimiento podemos captar la EXISTENCIA y en ese sentido es bien cierto que un libro escogido sin criterio puede ser una mala decisión, los hábitos de lectura están cambiando aceleradamente y nosotros como adultos debemos hacerlo al ritmo de estos cambios pero con inteligencia. Tengo una historia que resalta lo poco que conocía de la actualidad literaria para adoslecentes.
Hace poco acompañé a mi pequeña sobrina a comprarle libros, recorrimos tres librerías tratando de buscarle el título más políticamente correcto, luego de horas y horas de recorrer entre palomitas de maíz y algodón de azúcar. Encontré lo que a mi modo de ver era el libro más amigable con su edad, era una historia escapista de chicas que recorren el verano a través de sus viejos jeans y a golpe de aventura se narra una historia de complicidad, solidaridad y amistad, pensé “por fin encontré lo que buscaba, antes de que las bebes acaben con la librería”. Mi expresión de alivio se tornó amarga cuando hace pocos días mi sobrina se me acerca inocentemente y con un incómodo susurro me dice al oído “Mi papa dice que nunca más me compres libros, el que me compraste repite muchas veces la palabra ·$%/(”.
A ver dijo el ciego, esto debía comprobarlo, tomé las páginas del susodicho libro y no me hizo falta contar las veces que el escritor repetía la palabra ·$%/(, no vaya ser que a golpe de repetición se me grabe, mi cuñado había tenido razón, he perdido, había elegido mal el libro para su hija.
Traté de repasar minuciosamente donde me había equivocado, una nube se abrió por encima de mi cabeza, como esos que utilizan para expresar los diálogos en las historietas:
Ya en el sitio, no me fue difícil hallar la sección de jóvenes lectores, el espacio normalmente iluminado de la librería tomó aspecto sobrecogedor y sombrío, de hecho, guardo la impresión de haberme sentido transformado por un momento, al cruzar el primer estante de libros mi look de niño bueno se transformó en un sórdido personaje con exagerado maquillaje y aspecto glam de los ochentas, mi peinado raya un lado, empezó a caer en flequillos escalonados que tapaban la mitad de mi cara, mi ropa normalmente ejecutiva parecía perderse en un solo tono gris, fue una experiencia rara, tan rara como los nombres de los libros que leen nuestros jóvenes.
Acostumbrado a leer libros espirituales estaba familiarizado con temas de virtudes y valores, pero me estrellé con la realidad, la sección de lectura para adolescentes se parece más al estante de una librería de ciudad gótica que a cualquier otra cosa, los títulos están dominados por temas relacionados con la sangre, la oscuridad; palabras como vampiro, orgullo, dominación, muerte, misterio, no son nada ajenas a esta sección, sonó mi vieja alarma moral y me dije ¿qué le compro a esta criatura entre tanta oscuridad?, fue cuando apareció iluminado por el marketing un título aparentemente inocente acerca de Jeans viejos, y me trague el cuento de los marketeros.
Al menos ese día mi presencia en las librerías dejó un saldo favorable, Mientras trataba de encontrar el libro perfecto para mi nena, algo así que lleve como título “Aventuras en la ola llamada: Valores”, una señora le preguntó al dependiente, ¿Usted cree que este libro sea adecuado para mi hija? Mi instinto misionero me hizo voltear la mirada y descubrir que lo que la madre le iba a comprar a sus hija era uno de los libros más vendidos del llamado gurú del sexo, intervine y le hice saber a la señora, quién era el crápula detrás del título, se volteó sobre su inocente hija, como queriéndole decir “en la casa hablamos”, listo, mi deuda con la sociedad ha quedado saldado.
Los libros de hoy en día ya no son ni en apariencia inocentes, no permiten disfrutar de los frutos de la reflexión del autor, no invitan a la introspección, más bien poseen un estilo mucho más visual, pero insustancial, con una escaleta vertiginosa donde prima los colores pálidos, vidas intrancesdentes y seres anodinos. Ya no existen libros prohibidos, prohibido es no leer historias sobre vampiros, magos y acechadores.
Prefiero que mi sobrina tenga al alcance de sus manos, libros que sean más adecuados a su edad, que tengan en cuenta las relaciones personales y los sentimientos, que hablen aunque sea de forma velada de valores y principios, que le ayuden a observar el mundo con profundidad, que favorezcan su afición de descubrir los hechos que se esconden tras la vida, por eso decidí que antes de comprarle un libro debía investigar acerca de lectura inspiradora, decidí acercarla a la lectura de C.S. Lewis, G.K. Chesterton, J.R. Tolkien y N.S. Jesucristo, desempolvaré las viejas fabulas, no puedo dejar la educación de mi sobrina en manos de inescrupulosos que en su afán desmedido de hacer dinero explotan el morbo destruyendo la inocencia de quienes más amamos.
@andreseliascom
“Tenemos que denunciar que en un hogar donde no reine el pudor en el hablar, en el vestir, en las distracciones, está un paso del precipicio”
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