CONTROVERSIA: Mi visión sobre la Marcha Feminista



Por: Rosanna Naveda.

Mi visión sobre la Marcha de las putas no puede ser únicamente determinada bajo una visión crítica por los insultos o comentarios negativos hacia la Iglesia a la que pertenezco, aunque expresamente aclaro que no los comparto, pero como mujer puedo entender a profundidad que las motiva a expresarse contra el trato injusto que las mujeres experimentan en las sociedades a pesar de los cambios políticos y el esfuerzo de las entidades gubernamentales por brindar una mayor representación y defensa de los derechos de este grupo humano. Sin embargo, los estereotipos y los prejuicios siguen afectando el desarrollo apropiado del rol de la mujer en la sociedad, el hecho de no acceder aún a salarios similares a los de la contraparte masculina señalan que existe y es una realidad el menosprecio de las capacidades y la preparación de una mujer para llevar a cabo su trabajo, los niveles de violencia y agresión que continúan existiendo a pesar de la creación de oficinas y programas que brindan ayuda a quienes sufren este tipo de situaciones, muestran que dichas acciones no son suficiente.

 Las cifras sobre la violencia contra la mujer en América Latina y El Caribe lo ponen de manifiesto, incluso el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, ha señalados los niveles de “prevalencia de la violencia contra las mujeres son tan elevados que es uno de los derechos humanos más violentados en el mundo”. Uno de los estudios publicados por la Organización Panamericana de la Salud sobre la situación de violencia contra las mujeres en 12 países de América Latina y el Caribe muestra que entre un 13% en Haití hasta más de la mitad de las mujeres en Bolivia han experimentado violencia física a lo largo de su vida. De acuerdo a datos del Banco Mundial, el 69% de las mujeres de 15 países de la región manifestaron haber sido abusadas físicamente por sus parejas. El 47% ha sido víctima de al menos un ataque sexual durante el transcurso de su vida. Otro ejemplo es el acoso sexual en el trabajo, donde el 90% de las mujeres entre 22 y 35 años de nivel socioeconómico bajo o intermedio admitieron ser víctimas de acoso, dicha cifra disminuye a 7% en las profesionales y 3% en las mujeres en nivela de dirección o gerencias.

 Estos datos certifican la situación que afrontan las mujeres día a día, lo que no es diferente para aquellas que habitan en naciones industrializadas o más desarrolladas en las que se cita que entre el 30% y el 50% de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso sexual en el lugar de trabajo en alguna etapa de su vida. Lo más grave de la situación es que al no establecer cambios en dichos paradigmas, los roles de víctimas de violencia pasa de una generación a la siguiente, dificultando el proceso de revertir esta realidad.

 Entonces es comprensible la necesidad de protestar por parte de las mujeres y en ese sentido quienes hacen oír su voz para dar a conocer los problemas que afrontan día a día, no puedo dejar de considerar que también de cierta manera me representan, aunque no esté de acuerdo con los ataques a la Iglesia y por qué digo esto, sé que la Iglesia busca promulgar y respetar los valores de la familia tradicional, claro que si nos quedamos en lo que la Iglesia manifestaba hace 50 años atrás, todos diremos que es sencillamente retroceder en el tiempo, pero creo que las personas también deberían escuchar las modificaciones y la variación del pensamiento del líder actual de la Iglesia, quien promueve en sus feligreses el deseo de cambiar y mejorar la situación social en todas partes.

Mi criterio es que la Iglesia busca ofrecer una guía y no me parece una fuente que deba ser tomada como algo innecesario para las sociedades modernas y aquellas que se encaminan hacia este proceso, y que están sumergidas cada vez más en tendencias más peculiares. Considero que el efecto de una mayor cantidad de libertades sin la respectiva responsabilidad sobre las consecuencias ha provocado respuestas interesantes dentro de sociedades más liberales, por ejemplo, el hecho de que los jóvenes de hoy tengan en su mente como propósito relevante: “Ser buenos padres”, nos puede llevar a preguntarnos si acaso sintieron que ellos no gozaron de una relación de este tipo con quienes les prodigaron cuidados. Sin embargo, lo que muchos intentan descubrir es cómo podrán llevar a cabo este objetivo si sus referentes no otorgaron un camino con pasos definidos para lograr dicho proceso con éxito, es ahí cuando el rol de la Iglesia, con los respectivos ajustes en su visión frente los conflictos del mundo moderno, puede servir como guía; porque sin duda, volvemos una vez más a redescubrir, como se ha hecho siempre, que la base de cualquier sociedad yace en el bienestar de las familias.

Actualmente experimentamos el mayor desarrollo tecnológico como civilización, sin embargo, el uso de la violencia para defender los criterios se ha incrementado, haciendo palidecer la palabra desarrollo. Cada día observamos como la tolerancia ha sido relegada y el respeto al derecho de los demás se ha visto violentado una y otra vez, con acciones que son más drásticas y peligrosas para la convivencia pacífica de las comunidades.

Creo que ambas partes deben entender y comprender los límites de sus derechos y la obligación a respetar a su prójimo. Es importante que quienes no practican ni creen en ninguna fe, comprendan que para algunos la creencia en la existencia de un Dios puede generar beneficios, gracias a los efectos positivos que la práctica de una religión brindan, a pesar de no estar basada en un conocimiento científico. Entonces, por qué negarnos a aceptar que pueden mejorar la vida de quien la practica y quizás también de su entorno.

 Asimismo, si alguien tiene la convicción de que lo único que tenemos está en aquí en la tierra y se limita a cumplir lo que la Ley de los hombres dispone, debe recordar que dicha ley contempla “La libertad de conciencia; la libertad de religión, expresada en forma individual y colectiva, en público o privado. Las personas practicarán libremente el culto que profesen, con las únicas limitaciones que la ley prescribe para proteger y respetar la diversidad, la pluralidad, la seguridad y los derechos de los demás”. Así como también que uno de los tantos deberes del Estado es fortalecer la unidad nacional en la diversidad.

Sobre estos grupos que se encuentran en una lucha constante por demostrar que los principios de una fe están errados o no, a veces únicamente llegan a provocar un desgaste en el bienestar de la sociedad al incrementarse el número de agresiones, la discriminación y la violencia. Es importante destacar que la tolerancia es el único camino ante un círculo eterno entre dos partes que no llegarán a convencer a la otra de modificar su pensamiento.

De esta manera podemos entender que sí deseamos respeto, debemos promover la tolerancia, especialmente dentro de nuestros círculo más cercano, nuestra familia. Si deseamos vivir en una sociedad donde exista una relación pacífica entre los ciudadanos, necesitamos inculcar a los niños y reforzar lo que decimos con nuestro ejemplo. A veces criticamos las posturas radicales, sin darnos cuenta de que nosotros asumimos acciones de este tipo; en algunas ocasiones defendemos a quienes son atacados en sus derechos, para luego arremeter agresivamente contra otro grupo y eso no tiene sentido.

Incluso uno de los aspectos más importante para fortalecer la tolerancia es permitirnos conocer al otro, más allá de los prejuicios que nuestra educación pudo permitirnos albergar en algún momento, ya que tanto la ley como la fe estipulan que somos iguales.

Los puntos fuertes…

Por otro lado, considero que en ocasiones nos concentramos demasiado en lo que nos separa, en lugar de unificar nuestras ideas en lo que nos haría más fuertes para lograr cambios en las situaciones negativas que existen para las mujeres. Al igual que el grupo de féminas que marcharon juntas en la Marcha de las putas, estoy de acuerdo con cambiar el machismo contra el que protestaban con sus grandes carteles y pancartas, pero considero que los grandes cambios que buscan sean establecidos por las autoridades, debe ser llevados a cabo desde la calle, considero que algunas veces los cambios positivos deben iniciar desde lo pequeño para establecer una base fuerte que nos permita construir una nueva sociedad, donde la igualdad no este estipulada únicamente en papel, sino que sea palpable en todas partes y situaciones.

Solo tengo que empezar con una pregunta simple ¿Quién no ha tenido que escuchar alguna frase o comentario desagradable o soez?¿Cuántas mujeres no se atreven a ir solas a un concierto o a un lugar por temor a experimentar alguna situación de riesgo?¿Cuántas han experimentado acoso o discriminación por su género? La mayoría de las mujeres, si no son todas han tenido que escuchar frases como “Mamacita”, ”Qué rica”, ”Guapa”, y otros términos que por su vulgaridad prefiero no mencionar. En las peores situaciones me ha tocado observar o escuchar comentarios inapropiados de guardias de seguridad, en serio si así son los hombres que brindan protección, ¿qué puedo esperar de aquellos que no tienen este oficio? Y por favor, ni piensen en decir que ocurre solo aquí en Ecuador, pasa en todas partes, solo que usan otras palabras como slut, pussy o amenazas de violación, que son cosas de todos los días para una adolescente. ¿Y por qué a pesar de que todo el mundo dice que la igualdad está presente en las constituciones, no pasa en la realidad? Simple, porque existe la falsa percepción de que somos una minoría y que no podemos cambiarlo, cuando es tiempo de hacerlo. Como mujeres debemos exigir que esto cese y hacer que sea reconocido por lo que es una forma de violencia hacia nuestro género, porque tenemos el derecho a caminar en el espacio público sin tener que escuchar obscenidades, ya que si en el espacio público no se respeta mi derecho, ¿cómo puedo esperarlo en otros espacios?

Siempre me pregunto si los hombres piensan en sus familiares femeninas cuando se expresan así, y si pasa por su mente la idea de cómo reaccionarían si alguien se dirigiese de esa manera sobre su hija, hermana o madre fueran tratadas así. Tal vez es tiempo de forzar un cambio. Pienso que estos hombres se sienten seguros porque nadie los observa, solo dicen, hacen y se van. Quizás, si perdieran el anonimato y todos los que los conocen pudiesen observarlos es posible que se pueda modificar el comportamiento. Creo que es un buen momento para usar sus teléfonos y captar a estos sujetos y colgar sus fotos en @callesinmachistas. Poco a poco veremos qué efecto podemos causar en nuestra sociedad.

Agradecimiento: Psicóloga Andrea Villacrés Palacios. Fuente: Millennials and Sex: A new take on dating, marriage and monogamy. Autor: Alex Morris. Rolling Stone. La violence contra la muter en América Latina y el Caribe en cifras, sitio web www.ameicalatinagenera.org

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