UNA VEEDURIA CATOLICA ES NECESARIA



Ahora más que nunca es indispensable que se organice en el país una veeduría privada fundamentada en la doctrina social de la Iglesia, que se convierta en el ojo de Águila que pueda interpretar los verdaderos, sentimientos, problemas y angustias que sentimos los católicos ante el atropello de nuestras creencias morales, es momento de levantar la bandera de la defensa de la fe ante el avance amoral de ciertos grupos de presión enfrascados en un odio hacia la moral cristiana.

La degradación actual del hombre comienza a observarse  en el siglo XIV en la Europa cristiana. En este devenir de la historia vemos un saldo desfavorable, los corazones se han desprendido totalmente del amor al sacrificio, de la verdadera devoción a la cruz, y de las aspiraciones de santidad y vida eterna.  Esta ausencia de vida virtuosa se ve reflejada en el hombre actual, todo tiende a lo placentero, a lo inmoral, a lo sensual.

 Observamos con desagrado como la filosofía abiertamente atea y agnóstica de Descartes, Rousseau, Feuerbach, Nietzche se ha filtrado  de a poco en la cultura moderna y ha engendrado monstruos como la Masonería, el liberalismo, el capitalismo brutal, el marxismo,  el socialismo, el comunismo. Estos sistemas políticos han propagado en la sociedad actual el ateísmo practico, derivando en el corazón y la mente de los hombres la libre aceptación de una cultura de muerte, exponiendo al hombre  a su condenación eterna al ver como normas de la sociedad el derecho al aborto, al divorcio, a la inmoralidad sexual, la ideología de género y a un sinnúmero de aberraciones modernistas.

Los medios de comunicación social, administrados por gente sin escrúpulos siguen difundiendo el veneno de la indiferencia religiosa, de la liberación de los absolutos morales, penetrando con sus ideas en la intimidad de la vida familiar. No contentos con proveer las reales necesidades de la gente, impulsados por una insaciable hambre de ganancia, hacen publicidad de productos inútiles y tal vez dañinos, incitando al consumo y al desperdicio. De todo esto resulto una sociedad consumista, hedonista, pagana. El placer ha llegado a ser el fin de la vida, y el dinero, indispensable medio para procurarlo. El hombre se ha vuelto ansioso por  los placeres sensuales, las diversiones se hacen cada vez más inmorales; en la forma de vestir, en la forma de comportarse, en el lenguaje, en la literatura y en el arte se ve expresado   el anhelo  por una vida llena de deleite, de la fantasía y de los sentidos.
La nación ecuatoriana es  fundamentalmente cristiana y, por ello, no debería prosperar la filosofía modernista abiertamente atea. El ecuatoriano actual no profesa el ateísmo de los filósofos; sin embargo están sumergidos en ello, aunque sea de una forma inconsciente, hasta la saturación. Es el ateísmo práctico, el ateísmo de la vida. Dios, si no es negado explícitamente, es olvidado, tratado como si no existiera, ignorado por completo y reducido a un objeto de segunda clase.

El estado actual de la política ecuatoriana está viciado del trabajo de los lobbys que promueven políticas abiertamente contrarias a la Iglesia por ello consideramos que es indispensable organizar una veeduría privada que reinstale un ambiente verdaderamente católico, con la correspondiente reinstauración de los principios éticos y morales del cristianismo en las leyes.

Hasta el momento los católicos hemos sido espectadores pasivos de cómo estas tendencias desordenadas que por su propia naturaleza luchan  por realizarse; comienzan por modificar las mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las costumbres, sin tratar el principio de modo directo.

Aspiramos a que aquella inmensa masa de ciudadanos que se siente como prisionero de esta época, sitiado por el ejército de la inmoralidad, reflexione en la necesidad y en la urgente tarea de evaluar por primera vez y de forma seria los sucesos nacionales que sacuden día a día a nuestro país. El Ecuador no puede continuar con las continuas violaciones a los derechos naturales del hombre, ni los seres honestos y coherentes  de esta patria podemos seguirle dando la espalda a tan importantes temas, tenemos que poner en práctica nuestro sentido de la urgencia. Debemos desenmascarar los peligros de nuestra situación, es un rasgo esencial de una acción auténticamente cristiana denunciar los males de nuestra época.

El Ecuador necesita de todos sus hombres y mujeres identificados con el evangelio y que preocupados por su patria y el estado actual de su sociedad despierten de una vez por todas y que comience la correspondiente acción y colaboren con su trabajo,  consecuente con el pensamiento cristiano que profesan.

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