Los jóvenes ecuatorianos, hemos seguido
con preocupación las noticias de estas últimas semanas referentes a los grupos
GLBTI y a los cambios a realizarse en la cédula de identidad.
La manipulación del lenguaje y el
uso del sentimentalismo para distorsionar la verdad objetiva y alcanzar unos
fines económicos y personales, no coincide con la búsqueda del bien común, que
debería ser el fin de todo Estado.
Resulta alarmante ver la
manipulación que existe detrás de esta movida, para implantar una ideología que
se ve financiada y sostenida por organismos internacionales de la mano del
lobby gay, además de la intolerancia (sostenida por los “tolerantes”), hacia
cualquier opinión o manifestación contraria a dicha ideología.
La libertad y la dignidad son
inherentes a toda persona. Esto no excluye a quienes, por distintas
circunstancias, tienen una tendencia sexual distinta, pero tampoco excluye a
quienes seguimos considerando a la familia natural como la base de la sociedad.
Actualmente vivimos en una
sociedad en la que “cada uno puede pensar como quiere”, siempre y cuando esos
pensamientos no vayan contra la ideología de género y la cultura anti-vida que
nos ataca por todas partes.
Resulta indignante encontrar en
los días pasados una carta abierta en la que “sutilmente” se amenaza al Señor
Arzobispo de Guayaquil, Monseñor Antonio Arregui. ¿Dónde queda el derecho a la libertad de expresión? ¿Qué pasa con el
derecho a la libertad religiosa? Es cierto que vivimos en un Estado laico,
pero esto no significa un estado sin valores morales, un estado que no defienda
a sus derechos más fundamentales, ni un estado en el que la voz de una minoría
pueda atropellar aquello que trasciende y lleva al hombre hacia el bien, por
alcanzar sus fines egoístas.
Con todo respeto hacia la
Asociación Ateísta y hacia los grupos GLBT, rechazamos su opción de equiparar
sus uniones con la institución que es el Matrimonio entre hombre y mujer, y a
sus “diversas familias” con la familia natural, única capaz de asegurar la
procreación y el desarrollo integral de sus miembros. Además de exigir el mismo
respeto que reclaman hacia quienes no piensan como ellos.
Nos preocupa el futuro del país,
nos preocupa una sociedad que ha perdido el norte, nos preocupa sabernos
invadidos y utilizados por grandes estados que nos consideran una pieza más
dentro de su agenda de género.
No vamos a quedarnos callados ante
tantos atropellos, pues buscamos un futuro libre. Apoyamos una verdadera
revolución basada en el respeto y la búsqueda del bien. Confiamos en un cambio
positivo a favor de la familia y la dignidad de cada persona. Seguimos
escuchando del “Buen vivir”, es momento entonces de ponerlo en marcha y sabemos
que está en nuestras manos construirlo buscando el bien y la verdad.
Atentamente,
Ana María Castellón
Grupo juvenil ATRÉVETE A DAR +
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