Por: Rosanna Naveda.
Mi visión sobre la Marcha de las putas no puede ser únicamente determinada bajo una
visión crítica por los insultos o comentarios negativos hacia la Iglesia a la
que pertenezco, aunque expresamente aclaro que no los comparto, pero como mujer
puedo entender a profundidad que las motiva a expresarse contra el trato
injusto que las mujeres experimentan en las sociedades a pesar de los cambios
políticos y el esfuerzo de las entidades gubernamentales por brindar una mayor
representación y defensa de los derechos de este grupo humano. Sin embargo, los
estereotipos y los prejuicios siguen afectando el desarrollo apropiado del rol
de la mujer en la sociedad, el hecho de no acceder aún a salarios similares a
los de la contraparte masculina señalan que existe y es una realidad el
menosprecio de las capacidades y la preparación de una mujer para llevar a cabo
su trabajo, los niveles de violencia y agresión que continúan existiendo a
pesar de la creación de oficinas y programas que brindan ayuda a quienes sufren
este tipo de situaciones, muestran que dichas acciones no son suficiente.
Mi criterio es que la Iglesia busca ofrecer una guía
y no me parece una fuente que deba ser tomada como algo innecesario para las
sociedades modernas y aquellas que se encaminan hacia este proceso, y que están
sumergidas cada vez más en tendencias más peculiares. Considero que el efecto
de una mayor cantidad de libertades sin la respectiva responsabilidad sobre las
consecuencias ha provocado respuestas interesantes dentro de sociedades más
liberales, por ejemplo, el hecho de que los jóvenes de hoy tengan en su mente
como propósito relevante: “Ser buenos padres”, nos puede llevar a preguntarnos
si acaso sintieron que ellos no gozaron de una relación de este tipo con
quienes les prodigaron cuidados. Sin embargo, lo que muchos intentan descubrir
es cómo podrán llevar a cabo este objetivo si sus referentes no otorgaron un
camino con pasos definidos para lograr dicho proceso con éxito, es ahí cuando
el rol de la Iglesia, con los respectivos ajustes en su visión frente los
conflictos del mundo moderno, puede servir como guía; porque sin duda, volvemos
una vez más a redescubrir, como se ha hecho siempre, que la base de cualquier
sociedad yace en el bienestar de las familias.
Actualmente experimentamos el mayor desarrollo
tecnológico como civilización, sin embargo, el uso de la violencia para
defender los criterios se ha incrementado, haciendo palidecer la palabra
desarrollo. Cada día observamos como la tolerancia ha sido relegada y el
respeto al derecho de los demás se ha visto violentado una y otra vez, con
acciones que son más drásticas y peligrosas para la convivencia pacífica de las
comunidades.
Creo que ambas partes deben entender y comprender los límites de sus derechos y la obligación a respetar a su prójimo. Es importante que quienes no practican ni creen en ninguna fe, comprendan que para algunos la creencia en la existencia de un Dios puede generar beneficios, gracias a los efectos positivos que la práctica de una religión brindan, a pesar de no estar basada en un conocimiento científico. Entonces, por qué negarnos a aceptar que pueden mejorar la vida de quien la practica y quizás también de su entorno.
Sobre estos grupos que se encuentran en una lucha
constante por demostrar que los principios de una fe están errados o no, a
veces únicamente llegan a provocar un desgaste en el bienestar de la sociedad
al incrementarse el número de agresiones, la discriminación y la violencia. Es
importante destacar que la tolerancia es el único camino ante un círculo eterno
entre dos partes que no llegarán a convencer a la otra de modificar su
pensamiento.
De esta manera podemos entender que sí deseamos
respeto, debemos promover la tolerancia, especialmente dentro de nuestros
círculo más cercano, nuestra familia. Si deseamos vivir en una sociedad donde
exista una relación pacífica entre los ciudadanos, necesitamos inculcar a los
niños y reforzar lo que decimos con nuestro ejemplo. A veces criticamos las
posturas radicales, sin darnos cuenta de que nosotros asumimos acciones de este
tipo; en algunas ocasiones defendemos a quienes son atacados en sus derechos,
para luego arremeter agresivamente contra otro grupo y eso no tiene sentido.
Incluso uno de los aspectos más importante para
fortalecer la tolerancia es permitirnos conocer al otro, más allá de los
prejuicios que nuestra educación pudo permitirnos albergar en algún momento, ya
que tanto la ley como la fe estipulan que somos iguales.
Los puntos fuertes…
Por otro lado, considero
que en ocasiones nos concentramos demasiado en lo que nos separa, en lugar de
unificar nuestras ideas en lo que nos haría más fuertes para lograr cambios en
las situaciones negativas que existen para las mujeres. Al igual que el grupo
de féminas que marcharon juntas en la
Marcha de las putas, estoy de acuerdo con cambiar el machismo contra el que
protestaban con sus grandes carteles y pancartas, pero considero que los
grandes cambios que buscan sean establecidos por las autoridades, debe ser
llevados a cabo desde la calle, considero que algunas veces los cambios
positivos deben iniciar desde lo pequeño para establecer una base fuerte que
nos permita construir una nueva sociedad, donde la igualdad no este estipulada
únicamente en papel, sino que sea palpable en todas partes y situaciones.
Solo tengo que empezar
con una pregunta simple ¿Quién no ha tenido que escuchar alguna frase o
comentario desagradable o soez?¿Cuántas mujeres no se atreven a ir solas a un
concierto o a un lugar por temor a experimentar alguna situación de
riesgo?¿Cuántas han experimentado acoso o discriminación por su género? La
mayoría de las mujeres, si no son todas han tenido que escuchar frases como
“Mamacita”, ”Qué rica”, ”Guapa”, y otros términos que por su vulgaridad
prefiero no mencionar. En las peores situaciones me ha tocado observar o
escuchar comentarios inapropiados de guardias de seguridad, en serio si así son
los hombres que brindan protección, ¿qué puedo esperar de aquellos que no
tienen este oficio? Y por favor, ni piensen en decir que ocurre solo aquí en Ecuador,
pasa en todas partes, solo que usan otras palabras como slut, pussy o amenazas
de violación, que son cosas de todos los días para una adolescente. ¿Y por qué
a pesar de que todo el mundo dice que la igualdad está presente en las
constituciones, no pasa en la realidad? Simple, porque existe la falsa
percepción de que somos una minoría y que no podemos cambiarlo, cuando es
tiempo de hacerlo. Como mujeres debemos exigir que esto cese y hacer que sea
reconocido por lo que es una forma de violencia hacia nuestro género, porque
tenemos el derecho a caminar en el espacio público sin tener que escuchar
obscenidades, ya que si en el espacio público no se respeta mi derecho, ¿cómo
puedo esperarlo en otros espacios?
Siempre me pregunto si
los hombres piensan en sus familiares femeninas cuando se expresan así, y si
pasa por su mente la idea de cómo reaccionarían si alguien se dirigiese de esa
manera sobre su hija, hermana o madre fueran tratadas así. Tal vez es tiempo de
forzar un cambio. Pienso que estos hombres se sienten seguros porque nadie los
observa, solo dicen, hacen y se van. Quizás, si perdieran el anonimato y todos
los que los conocen pudiesen observarlos es posible que se pueda modificar el
comportamiento. Creo que es un buen momento para usar sus teléfonos y captar a
estos sujetos y colgar sus fotos en @callesinmachistas. Poco a poco veremos qué
efecto podemos causar en nuestra sociedad.
Agradecimiento:
Psicóloga Andrea Villacrés Palacios. Fuente: Millennials and Sex: A new take on dating,
marriage and monogamy. Autor: Alex
Morris. Rolling Stone. La violence contra la muter en América Latina y el
Caribe en cifras, sitio web www.ameicalatinagenera.org
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