Ese sábado por la mañana, me enteré de la noticia: Un autobús se precipitó por un barranco en la localidad de Murcia; se cuentan 14 fallecidos y varios heridos de gravedad. Enseguida escribí un Tweet pidiendo que rezáramos por ellos y sus familias.
Por
la tarde de ese mismo 08 de noviembre una nueva información: el autobús
provenía de una peregrinación y entre los muertos se encuentra un sacerdote,
que murió por proteger a su compañero de asiento. De inmediato comencé a buscar
información y me enteré mejor del asunto.
¿Qué
fue lo que ocurrió?
Miguel
Conesa, un joven sacerdote de 36 años, acompañaba un grupo de peregrinos.
Al regreso de la peregrinación, a su lado se sentó un joven identificado
como David. El padre Miguel percibió que el autobús se dirigía directo al
precipicio, por lo que de inmediato le colocó el cinturón de seguridad al chico
y lo arropó con su cuerpo.
Lo
común y propio, es que cualquier persona, motivada por su instinto de supervivencia,
se auto proteja colocándose el cinturón de seguridad, cubriéndose el rostro
o tratando de salir corriendo… sin
embargo, él pensó primero en el otro, lo aseguró y resguardó.
El
sacerdote Miguel Conesa, ingresó al seminario con 19 años. En junio del 2003,
con 25 años de edad, se ordenó sacerdote
y hacía sólo dos meses que había asumido como párroco de Bullas
(Murcia). Tenía una vida por delante y aún así, no dudó en proteger a un
jovencito.
Algunos
medios digitales, en su mayoría de corte religioso, difundieron la noticia,
mientras que algún medio escrito y televisivo, transmitió una escueta y
brevísima información…
Por
eso me pregunto ¿Qué sucede cuando un
sacerdote muere por salvar a un joven? Nada, ¡no sucede nada!
Si existiese
un leve rumor, aunque solo fuese una insignificante sospecha, de que un
sacerdote abusa de un joven, la noticia ocuparía las principales páginas de los
periódicos y noticieros de la televisión;
en las redes sociales sería “trending
topic” y nos cansaríamos de escuchar del tema. Pero desgraciadamente, en
nuestra sociedad, lo que no vende no es noticia, por eso, que un sacerdote salve a un ser humano y
pierda su vida en el acto no es merecedor de una portada del periódico.
Esto es un ejemplo más, de cómo la Iglesia es
desvalorizada por sectores influyentes. Es real la ya célebre frase: "Hace
más ruido un árbol que cae que todo un bosque que crece"
Oemos por el alma del padre Miguel, por su familia y
por todos los hombres y mujeres, que todos los días, en distintas situaciones,
arriesga la vida por sus hermanos.
Sobre mí:
Diego
Armando Méndez Granados
Religioso
Agustino Recoleto.
Actualmente
realizando la última etapa de la formación inicial.
Costarricense.
Residiendo en Madrid, España y cursando estudios de Teología.
Twitter:
@FrayDiegoMG
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